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viernes, 28 de junio de 2013

Comentario de D. Santiago a las lecturas del domingo 30 de junio

DOMINGO TRECE DEL TIEMPO ORDINARIO

Recuerdo en una ocasión estaba hablando con un sacerdote muy mayor, uno de esos santos que uno se encuentra y con el que me reúno constantemente. Le contaba mi situación, los problemas, etc. Él me escuchó mucho tiempo en silencio, hasta que me dijo: .-Querido Santiago, te das cuenta de que te lamentas de no poder hacer el pan de hoy con la masa de ayer. Para el pan de cada día, siempre la masa de cada día, sin levadura vieja-. No me quedó más remedio que sonreír. No se acabaron mis problemas, pero dejaron de amargarme las nostalgias.
Va a ser siempre la lucha de Jesús, convencer a su gente que ha comenzado el mundo nuevo, que no se le puede seguir aferrado a los antiguos modos. Es preciso mirar siempre adelante.
No le debió sorprender la reacción de Santiago y Juan. La enemistad de judíos y cananeos era histórica, pensaban que la violencia era una solución. Pero Jesús les dice que nada de eso y adelante. El camino no va a ser fácil, pero eso no es causa para detenerse, para atrincherarse en un modo y un estilo que no da seguridad sino que aísla.
Y así se lo fue diciendo siempre a todos los que se le quisieron unir. Adelante, que “los muertos entierren a los muertos”, ellos tienen una misión y es anunciar el Evangelio, este mensaje por el que el Espíritu renueva constantemente la faz de la tierra.
Es nuestro constante problema. Nos gusta el mensaje de Jesús, disfrutamos de su presencia, lo recibimos con alegría en la Eucaristía. Pero después nos vamos a casa a seguir igual, con nuestra vida acomodada, sin riesgos, sin “inventos raros”. No somos capaces de tomar el arado porque siempre estamos mirando hacia atrás, hacia las seguridades que nos hemos fabricado, pero que no nos protegen, sino que, como se ha dicho, nos aíslan.
Seguir a Jesús es entusiasmo, alegría, fiarse plenamente de Él, tomar ese camino que nos muestra y seguirlo. Buscarlo y verlo en tantos hermanos que nos necesitan. Buscarlo y verlo en tantas manos tendidas que nos encontramos. Dejar nuestras pequeñas comodidades para seguirlo sólo a Él.
Y el caso es que cuando nos encontramos con personas que fueron capaces de hacerlo, nos llenamos de admiración y sana envidia. Al ver el proceso de la Madre Teresa de Calcuta, Maximiliano Kolbe. Tantas y tantas personas que dejan la comodidad y la seguridad de nuestro mundo, para ir al confín de la tierra a anunciar a Cristo. No pasan privaciones, aunque carezcan de todo, porque viven el presente con su gente, donde un plato de sopa de yuca con un trocito de pollo es un gran manjar. Compartir entre todos una botellita de cerveza de mijo una auténtica fiesta. Es seguro que mañana no habrá, pero mañana será mañana.
Cristo siempre está por estrenar. Si nos aferramos a lo viejo, será cualquier cosa menos Cristo, porque Jesús siempre es nuevo.
Aferrados al arado y mirando siempre adelante, a ese futuro maravilloso que consiguen los que se quitan de encima lo que los ata, y consiguen esa libertad de los que siguen a Cristo de verdad.

Santiago Rodrigo Ruiz

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