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jueves, 20 de junio de 2013

Comentario de D. Santiago a las lecturas del domingo 23 de junio

DOMINGO DOCE DE TIEMPO ORDINARIO

Recuerdo que en una ocasión, visitaba a un amigo que tiene una gran cerámica en un pueblo cerca del mío. Tenía una escuela de alfarería en la que aprendían un grupo de jóvenes. Pasamos y estaban todos muy afanosos con sus recipientes. De vez en cuando, este amigo se acercaba a alguno de los trabajos y lo aplastaba de un manotazo. Cuando salimos le pregunté y me dijo:
-Me apena hacerlo, sobre todo al ver la cara de los chicos, pero no puedo consentir que se acostumbren a lo imperfecto, a lo deforme. Y esto tiene un premio, su sonrisa cuando le alabo su otra obra-.
Leyendo las lecturas de este domingo he recordado a aquel amigo. Dios no se conforma con lo imperfecto, con lo deforme. Y para eso no se ha ahorrado su propio sufrimiento.
Acepta la pasión de su Hijo, el abandono de los suyos, su cruenta muerte, su sepultura. Pero todo tomó sentido con la sonrisa del universo, en la mañana de Pascua.
Los discípulos quedaron desconcertados. Ellos que esperaban la gloria cuando el Señor restableciese el imperio de David, fuertes poderosos. Y él les dice que para acompañarlo es preciso tomar la cruz y seguirlo.
Sin embargo lo comprendieron. Vieron que este mundo deforme no debía seguir así. Lucharon para que el mundo salido de las manos de Dios, se volviese a instaurar. No podía tolerar que el mundo se siguiese deformando. Y vieron, también, que la persona y la palabra de Cristo era el único instrumento válido para conseguirlo. Y en ello gastaron sus vidas, derramando su sangre para que fuese semilla de vida y perfección.
Tampoco nosotros nos podemos acostumbrar a lo deforme y tenemos que trabajar para eliminarlo, para que todas las deformidades desaparezcan.
La deformidad del hambre y el sufrimiento, provocada por nuestro egoísmo, que siempre hace sufrir a los más débiles.
La deformidad de tantas almas vacías, que se intentan llenar con placeres momentáneos y que las va sumiendo en un abismo sin retorno.
La deformidad de una sociedad que intenta arrancar a Dios y a Cristo de sus raíces sin darse cuenta que está cayendo en la idolatría a unos dioses que la esclavizan y desfiguran hasta el nivel de no reconocerse a sí misma.
Tomar la cruz y seguir a Cristo, es ir perfeccionando este mundo, es ir abriéndole puertas de esperanza, facilitándole un futuro, un horizonte luminoso donde todos podamos llegar a una fraternidad real.
Cristo con su Cruz y con su Pascua nos da la única posibilidad para poder recuperar aquella imagen perfecta y maravillosa que teníamos al salir de las manos de Dios. El único alfarero en el que no caben las imperfecciones, porque el barro con que nos hizo fue su amor y su Espíritu.

PD. Asistí a un debate sobre el aborto que fue acaloradísimo. Al terminar salimos juntos uno de los que defendían el aborto y yo. Nos cruzamos con una pareja que llevaba una niña en una silla de ruedas con un síndrome de Down altísimo. El me dijo cómo podía yo defender esas deformidades. Le dije que de donde sacaba él que esa niña no fuera mil veces más perfecta que nosotros.

Santiago Rodrigo Ruiz

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