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viernes, 19 de mayo de 2017

Comentario de D. Santiago a las lecturas del domingo 21 de mayo, Sexto de Pascua

SEXTO DOMINGO DE PASCUA
Si ha habido un extracto de la totalidad de la Palabra de Dios de un domingo es la segunda lectura de esta semana. Pedro va marcando lo que ha de ser el corazón de un creyente en Jesucristo. Alguien que tiene un estilo totalmente distinto, sin un sentimiento de venganza, de resentimiento ante los daños recibidos. Alguien que no se acopla a esta sociedad vulgar y mundanizada, en la que el consumo “selecto” es lo que da el talante y la altura de cada sujeto. Una sociedad en la que estamos “el tiempo que debamos estar” con Cristo, y pasado ese tiempo ser uno más de este maremagnum social en el que todo está revuelto. El más ateo aplaude al papa (sin dejar de ser ateo), el creyente lucha por consumir, ellos y los suyos, cada día más y mejor.
Pedro dice que no hay que confundirse, es vivir al estilo de Cristo, como Cristo. Dejándose de clases, con este Cristo que ha muerto por todos, pero especialmente por lo pecadores, por los que lo desprecian. Sin miedo a padecer como Cristo lo hizo por nosotros.
Hemos fabricado un mundo en el que nunca se ha hablado más de derechos. Y nunca ha habido más gente a la que se le niegan los más elementales derechos. Pero lo peor de todo es que lo vemos de un modo natural.
Países desarrollados, con todos los medios, en la que vemos manifestaciones inmensas contra el político de turno, porque hay un derecho que no se está desarrollando en su plenitud. En una ocasión vi una manifestación en defensa del lince ibérico, que comparto que ha de ser protegido. Y estas mismas personas llamaban fascistas y retrógradas a una manifestación que quería impedir el aborto, defender la vida del no nacido.
Pero tampoco vemos manifestaciones de la “progresía” defendiendo los derechos de esos países, a los cuales se les esquilma para que podamos tener los últimos adelantos. Parece ser que nadie se siente intranquilo ante esa pobreza y esa muerte. Los vemos hablando de la corrupción de este o aquel, durante horas y horas. Pero sin dedicar ni un segundo a la corrupción de estos nuestros países que está matando de hambre y enfermedad. Ya que ellos son los primeros beneficiados del sistema.
La única condición que pone Jesús para ser de los suyos es el amor. Pero el amor de Jesús, amar como Él ama. Y cuando dice a sus discípulos que ellos si conocen al Espíritu, es por lo conocen a Él, porque saben como Él ama, porque lo han visto entregar su vida. Por eso ellos saben que no se van a quedar desamparados, ya que ellos aman como Jesús y dan su vida como Jesús. Y ese fue el modo de todos los que los siguieron.
Por eso se me ocurren unas reflexiones:
-Me he mirado realmente en el interior y amo como Cristo me marcó?
-Tengo un talante distinto al resto de la sociedad, sobre todo cuando miro a todos los hermanos más desposeídos?
-Estoy a la escucha de lo que en cada momento me marca el Señor, aunque me descoloque en mi burguesía existencial?
-Creo realmente en el hermano. En sus capacidades y sus posibilidades y las potencio, a la unque ello conlleve el que yo quede algo más devaluado?
Podíamos hacernos un sinfín de preguntas y plantearnos un sinfín de cuestiones. Cristo nos hace una invitación a ser signo en mitad de nuestro mundo, con nuestra forma de ser y de actuar. No sólo anunciar la Buena Noticia que nos ha traído el Señor. Sino que eso lo concretamos con un estilo de vida, en el que siempre y por encima de todas las cosas, buscamos el bien y la felicidad del hermano, pero de un modo especial de ese hermano al que sociedad da de lado.
Santiago Rodrigo Ruiz

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