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sábado, 13 de mayo de 2017

Comentario de D. Santiago a las lecturas del domingo 14 de mayo, Quinto de Pascua

QUINTO DOMINGO DE PASCUA

Recuerdo en una ocasión en que un chico, de unos treinta años, intentaba demostrarnos una idea suya. Pero se hizo tal lío que no nos enterábamos hasta que uno de grupo le dijo: .-Tu problema es que quieres todas las ideas al mismo tiempo y seguir todos los caminos que ves, creo que tienes que elegir para no volverte loco, ni a nosotros-. El otro se le quedó mirando, dio media vuelta y se fue murmurando por lo bajo.
A muchos de nosotros nos pasa lo mismo, queremos seguir varios caminos al mismo tiempo y hacer conciliar ideas y situaciones contradictorias. Esto nos hace daño y nos introduce en un maremagnun que nos hace sufrir.
Sin embargo lo tenemos muy fácil. Cristo está frente a nosotros, en él se concentra todo lo que podemos necesitar, todo lo que podemos anhelar en nuestro deseo de felicidad, todo lo que podemos ser.
Cristo es el camino, la única ruta que podemos andar en la que nos sentimos seguros, en la que los peligros los ha eliminado él con su muerte y su pascua, en que la meta está clara, la vida eterna. Cristo es el camino que andamos todos juntos, el camino hacia la fraternidad, el camino en el que nunca estaremos solos, porque está Él, porque están todos los hermanos. El camino que andamos pues es la única senda que nos puede llevar al Padre.
Cristo es la verdad, ya que en Dios no cabe la duda, nos aclara cada uno de los pasos que hemos de dar. En Cristo no hay incertidumbre, no hay posibilidad de error y estamos en el auténtico, el único, estilo de vida. Es la verdad que nos destapa la voluntad de Dios para todos y cada uno de nosotros, lo profundo de sus sentimientos, la Palabra verdadera que limpia nuestro ser de duda sobre cual es nuestro futuro. Es la verdad de Dios, el sentido del universo y de su historia. Cristo es la verdad que nos permite acercarnos a él sin zozobra, porque por medio de él sabemos del amor hacia nosotros desde el principio de los tiempos. Verdad que nos hace libres, pero libres en toda la intensidad de la libertad real y que nos permite mirar a Dios cara a cara.
Cristo es la vida. La vida que brota a raudales desde aquel momento en que el universo inicia su marcha. La vida que se inicia con Cristo y que concentra en él el sentido de todas y cada una de nuestras vidas. La vida vivida para acercarnos a Dios. Cristo es la vida entregada por puro amor para que desde la cruz pase a la pascua y elimine todo el poder de la muerte. Cristo es esa vida digan de vivir saboreando cada instante, absorbiendo cada bocanada de nuestra existencia. Cristo es la vida que nos da la fuerza para sentir cada segundo como si fuese el único. Cristo es la vida entregada, y que nos dice que sólo podremos apurar nuestra vida si la entregamos, si la damos por puro amor, porque es cuando es realmente nuestra.
Si el egoísmo nos aferra nos quedamos sin nada, pero si nos entregamos de verdad, como lo hizo Él, seremos dueños de nuestra existencia. El tiempo dado al hermano es el tiempo que vivimos con más intensidad, porque lo vivimos desde ese amor que plenifica todas las cosas, el amor de Dios que se ha derramado sin medida sobre nosotros. Aceptándonos tal y como somos, depurando nuestras deficiencias para que seamos realmente personas.
Cristo, camino, verdad y vida. La plenitud en el amor, la felicidad más perfecta e inagotable, porque somos parte de su propio ser.

Santiago Rodrigo Ruiz

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