CUARESMA CUARTO DOMINGO
Cristo elevado en la Cruz es el mayor gesto de
amor que se puede imaginar, es el mayor abrazo que ha dado Dios a la creación
entera. Es el amor sin límite son unos brazos abiertos, unos brazos sangrantes,
que quieren hacer extensivo el perdón y la misericordia a todos los hombres de
la historia.
Es cierto que en algún momento de la Historia , la Cruz ha sido utilizada por
personas para su propio beneficio, social y político, siendo causa de dolor y
de enfrentamiento.
Pero lo que yo siempre he visto es la Cruz como gesto de amor y de
entrega. Con la Cruz
al cuello se ha anunciado el amor y la misericordia divinas hasta en los más
recónditos rincones. Con la Cruz
al cuello se ha estado junto a la cama de los enfermos, curando, consolando y
compartiendo el dolor de los que sufren, incluso muriendo con ellos. Con la Cruz al cuello se ha luchado
y se lucha contra el hambre y la miseria del mundo de los pobres. Con la Cruz al cuello se ha
trabajado y se trabaja para promocionar y sacar de la miseria a los que la
sociedad mundial no interesa.
Hubo un momento, en que ciertos “demócratas”
decidieron eliminar el crucifijo de los colegios, hospitales y todos los
edificios públicos. Algo que aplaudió toda la clase política, tanto de
izquierdas como de derechas. Y poco a poco fueron metiendo ellos su propia
ideología. Pero con una diferencia, la
Cruz era un signo de unidad y amor, sus símbolos sólo son lo
que a unos poquitos beneficia y enfrenta con el resto.
Hace años visitaba a un amigo en un hospital
de Madrid y pasé a ver a una abuela muy anciana que no paraba de decir: .-El
Cristo, donde está el Cristo-. Un hijo le decía que lo habían quitado. Sin
decir nada, bajé corriendo, cogí un taxi, me fui a una tienda de artículos
religiosos y compré un crucifijo. Cuando se lo di a la abuela no dejaba de
besarlo. Unos días después volví y pasé a la habitación, donde el capellán le
daba la extremaunción. Murió enseguida abrazada al crucifijo. Llegó el personal
para retirarla y uno, señalando el crucifijo dijo que cogieran eso. El hijo,
levantando la voz dijo: .-Eso, ni se le ocurra tocarlo-. Cuando me iba bajé al
tanatorio y estaba en el ataúd con su “Cristo” en la mano y el hijo me dice.
.-Padre, se ha fijado en la cara de alegría de mi madre-.
Mirar a Cristo en la Cruz es saber que desde esa
Cruz siempre ha habido y habrá, hombres y mujeres buenos, que introduzcan entre
nosotros amor, amistad, compasión, justicia, sensibilidad y ayuda a los que
sufren. Eso es lo que construye la
Iglesia de Jesús, la Iglesia del amor, la única Iglesia.
Hace poco un obispo, ante una feroz campaña
política en su diócesis para eliminar los signos religiosos de todos los sitios
públicos decía: “Podréis arrancar la
Cruz de todas partes, de las calles, de las torres de las
iglesias y de las cabeceras de las tumbas. Pero no la podréis arrancar de
nuestros corazones. Porque un cristiano siempre la va a ver en los postes de
las carreteras, en las ramas de los árboles, en los hierros de las vallas. Y,
sobre todo, en todo el que se nos acerque con los brazos abiertos…”
Cristo elevado en la Cruz es salvación para los
hombres, paz en las contiendas, misericordia en el pecado, reconciliación entre
todos los hombres. Cristo elevado en la
Cruz es amor desinteresado. El amor de un Dios que sólo sabe
amar y perdonar y el de todos los que lo miran.
Santiago Rodrigo Ruiz
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