DEDICACIÓN DE LA BASÍLICA DE LETRÁN
TRIGÉSIMO SEGUNDO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO
Hoy celebramos la dedicación Basílica de Letrán, pero su nombre real es Archibasílica del Salvador, San Juan Bautista y San Juan Evangelista. Aunque se la conoce como San Juan de Letrán. La primera iglesia de la cristiandad.
Está en una finca que Nerón expropió a la familia Laterano, pasando a pertenecer al emperador. Siglos después, el emperador Constantino se la regaló al Papa y construyó esta basílica, la catedral de Roma, donde el Papa tiene su sede como Obispo de Roma, cabeza de la comunión de todos los hombres y mujeres de la Iglesia Católica. Aunque lo que nosotros más conocemos es la basílica de San Pedro, porque está la tumba del Príncipe de los Apóstoles.
Y es un momento importante para mirar lo que es pertenecer a la Iglesia Católica, fundada por el Señor el Jueves Santo y que inicia su ruta evangelizadora en Pentecostés, por los apóstoles y los que vivieron aquella primera experiencia de oír la palabra de Jesús de su labios, su invitación a ir por todo el mundo anunciado el mayor mensaje de esperanza que el ser humano puede recibir.
Pero para nosotros eso hay que concretarlo en nuestra Iglesia Diocesana, con nuestro Obispo a la cabeza. Y más concreto aún en nuestra parroquia, donde vivimos la fe y donde hacemos lo más importante que puede hacer un cristiano, que es celebrar la Eucaristía.
Vivir la fe en comunidad, compartir los sacramentos, y mirar juntos a Dios cara, a cara. El Evangelio de hoy nos habla de los mercaderes en el templo, y eso no falta, personas que quieren comprarle a Dios la vida eterna a fuerza de cosas, pero negándole lo más importante, ser comunidad. En este sitio rezan a este santo, allí se van a rezar otra cosa, en aquel sitio van a misa… Son los modernos mercaderes en el templo, porque no le quieren dar a su comunidad, a su parroquia todo aquello que tienen y pueden hacer. Aunque en el fondo lo que quieren es decirle a Dios como tiene que hacer las cosas.
Nuestra comunidad cristiana es nuestra parroquia, el sitio concreto donde Dios nos quiere unidos, donde podemos vivir unidos la fe, donde nos queremos a pesar de nuestros pecados, donde recibimos el perdón y lo damos a aquellos que nos ofenden. Es el abrazo de aquellos con los que nos cruzamos cada día, los que comparten la vida con nosotros y con los que llamamos a Dios Padre, compartiendo la más hermosa oración posible. Por eso el Señor nos quiere en nuestra comunidad, no zascandileando por todas partes, sino, a pesar de nuestros pecados, vivir juntos la alegría de ser cristianos.
Miramos la Basílica de Letrán, donde el Papa tiene su sede como primer Obispo y sucesor de San Pedro, que nos marca el camino de la fe. Pero esa fe tenemos que concretarla en nuestra Parroquia, donde rezamos, unidos a todos los católicos del mundo, el Credo, ese conjunto de verdades que son el cimiento de nuestra fe cristiana, que todos compartimos.
Santiago Rodrigo Ruiz
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