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sábado, 16 de abril de 2016

Comentario de D. Santiago a las lecturas del domingo 17 de abril, Cuarto de Pascua

PASCUA, CUARTO DOMINGO

Fue muy difícil el nacimiento de la primera comunidad cristiana. Eran muchas las voces que se oían. La tradición exhibida por la clase sacerdotal de Israel, por otro las otras voces culturales que van surgiendo por donde el cristianismo se extiende.
Sin embargo, con la fuerza del Espíritu Santo, se va imponiendo la voz de Cristo, la llamada del Buen Pastor, la voz llena de amor y de misericordia de quien ha dado la vida por “sus ovejas” y que llama a seguirlo, pero como una comunión eclesial, como una Iglesia convocada desde y para el amor, como es la comunión entre Cristo y el Padre.
Vivimos momentos raros y al mismo tiempo apasionantes. Son muchas las voces que se oyen, incluso dentro de la Iglesia. Hay un exceso de declaraciones y posturas ante los mismos acontecimientos, algo que desconcierta a la gente, porque todas argumentan ser la voz de Dios, y es algo que cansa a la gente y que comienzan a resbalarles. Porque se busca atraer a todos a las diferentes opciones.
Por eso lo primero que debemos hacer todos es escuchar la voz del Buen Pastor. Y quien escucha la voz del Buen Pastor entra a ser parte de su grupo, de “su rebaño”, donde tanto el pastor como las ovejas coinciden en el servicio y en el amor mutuo. Quien escucha esa voz mantiene un estilo de vida diferente, que es lo que interpela. Porque si queremos que Jesús siga siendo la única voz no se nos puede distinguir porque entramos y salimos de la iglesia, porque damos catequesis, porque pertenecemos a ciertos grupos o comunidades. Pues esas personas, ni van a la iglesia, ni están en esos grupos, ni participan en catequesis, ni…
Y están llamados a la vida de Cristo, a ser parte del “rebaño” del Señor, a sentir su amor y su misericordia. Pero no han podido escuchar su voz, porque, en muchas ocasiones, los que nos sentimos creyentes, con nuestras incongruencias, nuestras infidelidades y nuestra falta de testimonio, hemos sido un obstáculo, somos un obstáculo. Porque mirad, una cosa es que nosotros sepamos que hay pobres, y otra cosa es que veamos la cara de Cristo en esos pobres, que apetezcamos ese estilo de vida para podes estar cerca de Jesús.
Cristo da su vida constantemente por nosotros, nos llama para que vivamos de esa vida que Él nos da, para que no nos conformemos con sucedáneos de Dios. Él nos llama para que vivamos en su amor, en su cuidado, pero al modo y estilo de Cristo, del Cristo real, del Cristo que nos manifiesta el amor del Padre. Un amor inagotable y del que nosotros debemos ser humildes instrumentos. Sabiendo que al ser esos instrumentos de Dios, ya vivimos su amor y su cuidado. Aun sabiendo que los que dicen “las otras voces” van a intentar acallarnos, desautorizarnos, ridiculizarnos. O algo mucho peor aún, domesticarnos. Pero ser seguidores fieles del Buen Pastor, es tener su fuerza, su gracia, algo que nos va a hacer afrontar con valentía ese reto, ese martirio sociológico al que se nos va a someter. Pero realmente libres, junto a quien nos da la auténtica dicha que se basa en la libertad que nos regala.

Santiago Rodrigo Ruiz

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