Menu

viernes, 19 de febrero de 2016

Comentario de D. Santiago a las lecturas del domingo 21 de febrero, Segundo Domingo de Cuaresma

SEGUNDO DOMINGO DE CUARESMA

Vivimos en un mundo difícil, tremendamente violento, en el que las agresiones dependen de la lectura de quien las haga. Si profanan nuestras iglesias, nuestros más sagrados símbolos, si pisan nuestros derechos de creyentes; eso son manifestaciones de libertad de expresión. Pero hay de nosotros si les devolvemos la moneda, es fascismo radical, intransigente y que ha de ser erradicado de la peor de las maneras.
Por no hablar de la violencia entre los más pobres y pequeños. Países eliminados por los enfrentamientos de ideologías, a las que el pueblo normal es ajeno, pero que pagan los más débiles, a los que se echa de su casa y de su tierra, sólo por no compartir creencias o ideologías con los que tienen la fuerza y con ella el poder.
Apetece apartarse a ese lugar tranquilo y aislado de todo y de todos, esa “arcadia” feliz donde todo es maravilloso. Sin querer saber nada del mundo y de sus problemas, en los que no nos queremos meter, pues “para cuatros días que vamos a vivir” hagámoslo lo más tranquilos posible.
Ese fue el sentimiento de los apóstoles. En lo alto del monte experimentan la auténtica gloria de Dios. Jesús se ha transfigurado, resplandece de poder y belleza y, además, están con ellos Moisés y Elías, la profecía y la ley perfecta. Y cuando escuchan la voz del Padre llegan al límite. No se quieren mover de allí. Nada de bajar a esa sociedad de fariseos y romanos que les amargan la existencia. Viven la felicidad perfecta y se quieren quedar allí.
Pero Jesús les dice que no, que tienen que bajar, que tienen que volver a ese mundo que no les gusta, a ese mundo violento y pecador. Porque es ese mundo el que tienen que redimir. Ese mundo que lo va a crucificar, tras horribles tormentos, es el que se ha de salvar, es el que ha de experimentar la realidad de la Pascua, y ellos son los llamados a anunciarlo a todos, a pesar de las persecuciones y los martirios que les espera. Ese mundo que los odia es el que ha de ser redimido. Así que para abajo.
Y esa palabra de Jesús se nos sigue repitiendo a todos. Este mundo que nos odia y nos persigue es el que ha de ser redimido, es el que ha de conocer el amor de Dios también para ellos. Que ese Dios, al que quieren borrar de la sociedad, los ama y los quiere junto a sí, para que puedan gozar de su vida eterna, que por ellos también murió en la cruz y resucitó.
Nada de esconderse, nada de callarse, nada de condescender con el pecado y con la violencia. Nada de refugiarse en un caparazón de religiosidad para que nada nos toque. Para abajo, a anunciar a todas las gentes la misericordia inagotable de Dios, a trabajar por el mundo de amor y justicia, que es el que salió de las manos de Dios.
Sin escondernos, sin callarnos. Defendiéndonos, eso si, pero sin violencia, con el mayor de los instrumentos, una vida según Dios, vivida en la mayor plenitud porque vivimos como auténticos cristianos. Gente que, sabiéndose pecadora, busca la santidad. Esa santidad que consiste en tener a Cristo como el reflejo perfecto en el que mirarse. Ese cristo transfigurado y glorioso, que sigue sangrando por puro amor.

Santiago Rodrigo Ruiz

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cualquier comentario ofensivo o fuera de lugar será eliminado inmediatamente. Este es el blog de una parroquia, por lo tanto pedimos respeto por lo que en él se exprese.