Menu

jueves, 8 de mayo de 2014

Comentario de D. Santiago a las lecturas del Cuarto Domingo de Pascua (11 de mayo)

CUARTO DOMINGO DE PASCUA

Recuerdo en una ocasión, estando de cura en una parroquia de los Montes de Toledo, era por la tarde y llovía mucho, estaba leyendo precisamente este pasaje del evangelio de San Juan. En esto que siento los cencerros de un rebaño que volvía del campo, miré por la ventana y vi al pastor con dos corderillos en sus brazos y las madres pegadas a él. De no haberlo hecho no hubiesen superado la tormenta, por lo que vino cargado todo el camino.
Viendo la imagen me imaginaba a Cristo cuidando de mi, sin importarle, sufriendo mis desaires, incluso mis traiciones, pero conmigo, cuidándome y protegiéndome de los peligros. Mi guía en los momentos de duda y de tribulación. Mi descanso cuando las fuerzas me abandonan. Mi luz en los momentos de oscuridad, en los momentos en los que no se encuentra el camino. Mi compañía en la soledad, en la incomprensión, en el desdén de la gente. En suma mi Buen Pastor, el que dio y da la vida por mi, sin tener en cuenta mis defectos, mirando siempre que soy una de sus ovejas, por la que vale la pena darlo todo.
Por eso hay que entender este constante machacar del Papa Francisco a los obispos, recordándoles su misión de pastores, de responsables de la parcela que el Señor les ha encomendado. Y a nosotros, los sacerdotes como cooperadores de los obispos.
Porque estamos en unos tiempos en los que salen pastores por todos lados. Los líderes políticos que están empeñados en demostrar que sus partidos y sus ideologías son la norma perfecta de convivencia, pidiéndonos como precio nuestra libertad, aunque los resultados suelen ser otros. Los comerciantes que nos quieren demostrar que la felicidad perfecta sólo la obtendremos si consumimos los productos que ellos venden y no de otra manera. Tantos y tantos que se ofrecen como los pastores perfectos de la sociedad, aunque lo único que quieren es el poder y el dinero, y si para ello han de sacrificarnos a los demás, lo hacen sin el más leve problema.
Tantas guerras que han dividido a los pueblos en facciones, cuyos respectivos líderes quieren imponer su estilo de vida para que el pueblo sea feliz, y si para eso hay que masacrar a ese pueblo, pues se hace. Luego, cuando consiguen el poder lo utilizan para sí mismos, aunque tengan que pasar por una alfombra de cadáveres, de aquellos a los que “ellos defendían”.
Pero Cristo es distinto. Él es el primero en sacrificarse, en darlo todo por nosotros, en cargar con nuestras faltas y pecados, en olvidar nuestros agravios. Nos quiere con Él, pero nos quiere libres, sin imponer ni obligar, nos quiere fraternos, unidos, para que vivamos en ese mundo amoroso en el que cada cual se realice totalmente, sea auténticamente feliz, mirando al hermano como tal, sin ninguna sombra que se interponga en la fraternidad entre las personas.
Cristo es el Buen Pastor, el único pastor, el que da la vida por sus ovejas. Cristo es el que carga con nosotros sobre sus hombros y nos cubre con su misericordia. Es el que nos lleva a los auténticos pastos, sin cobrar nada, sin pedir nada, dándose a si mismo como pasto, como comida para la vida eterna. Porque el pastoreo de Cristo es en esta vida, en la que nos acompaña y nos cuida, pero que continúa hasta la eternidad, hasta la vida sin fin y dichosa. Por esa vida nuestra fue colgado en la cruz y rompió la muerte para siempre con su Pascua, donde tiene origen la historia.

Santiago Rodrigo Ruiz

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cualquier comentario ofensivo o fuera de lugar será eliminado inmediatamente. Este es el blog de una parroquia, por lo tanto pedimos respeto por lo que en él se exprese.