Menu

jueves, 6 de febrero de 2014

Comentario de D. Santiago a las lecturas del domingo 9 de febrero

QUINTO DOMINGO DEL TIEMPO ORDINARIO

Recuerdo en una ocasión algo que he contado en varias ocasiones. Una señora muy religiosa y de una vida muy participativa en la parroquia, recriminaba a su hijo que no pisara la iglesia, con el interés que había puesto ella en educarlo y el ejemplo que le daba. A lo que el joven le contestó: .-Mira mamá, si tú que rezas, vas a misa y más, y más, a la hora de la verdad vives igual que la tía María Luisa, que se confiesa atea convencida ¿Dónde está la diferencia de tu fe, para qué me puede servir a mi?-. La madre me miró y yo, acordándome de las palabras de hoy del Señor, me encogí de hombros.
Lo que no se muestra no se ve, lo que no es contradicción no llama la atención de nadie, es algo más de lo mismo. Son rutinas que llegan a contradecir lo que decimos que sentimos y creemos.
Estamos en unos tiempos en los que atacar a la Iglesia, a su jerarquía, sus comunicados y sus principios no sólo es moda, sino que se queda muy bien haciéndolo. Sin embargo nadie se mete con los misioneros, con Cáritas, Manos Unidas… con esas religiosas que atienden a los ancianos y enfermos. Tal vez no lo valoren, pero no se atreven a atacarlo porque saben que todo el mundo lo ve como un gran valor.
Son luz que destaca en la oscuridad de egoísmo de este mundo. Son esa ciudad puesta en lo alto de un monte. Destacan como faros de amor y de generosidad, y ante eso nadie se atreve a devaluar su estilo de vida, porque es una entrega generosa, pero una generosidad por amor a Cristo.
Fijaos lo importante que sería si todos los que practicamos nuestra fe, si todos los que nos confesamos vivir en Cristo, nuestra vida destacase en amor generoso ante el hermano. Si viviésemos en la pobreza evangélica, esa que no es miseria, sino solidaridad evangélica, si la entrega al hermano sufriente y necesitado fuese como la del Señor. No harían falta palabras, no sería preciso argumentar nada, seríamos luz que ilumina, la sal que da sabor. Ante una vida consecuente y comprometida con lo que decimos creer, no hay otro argumento en contra que otra vida igual con una motivación distinta.
Pero sólo Cristo da sentido a las vidas, sólo Él, que se entregó, por amor al hombre, total y absolutamente, sin reservarse para sí ni su vida, sin escatimar el sufrimiento. Sólo Él puede dar sentido a la entrega, puede empujar para que nos demos sin límite, sabiendo que cuanto más nos entregamos, más ricos somos. Cuanta más alegría y felicidad damos, más alegres y felices somos.
Y eso no se puede esconder porque rebosa por todas partes. Estamos en la campaña de Manos Unidas, esa que año tras año nos recuerda que un poquito de generosidad y de entrega, un poquito de amor generoso, puede eliminar muchísimo sufrimiento, muchísima soledad, muchísima tristeza.
Basta con que recordemos que no somos los dueños de los bienes de la tierra, sino que tan solo somos sus administradores, y como buenos administradores debemos procurar que esos bienes lleguen a todos, porque hay de sobra para todos. Que, como dice el lema de la campaña: UN MUNDO NUEVO, PROYECTO COMÚN. 
Porque si todos remamos en la misma dirección, el mundo nuevo es posible. Si todos somos conscientes de que el amor al prójimo nos empuja, seremos una gran luz, una luz que iluminará la totalidad de los corazones. Entonces aparecerá un MUNDO NUEVO, que se prolongará en la eternidad.

Santiago Rodrigo Ruiz

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Cualquier comentario ofensivo o fuera de lugar será eliminado inmediatamente. Este es el blog de una parroquia, por lo tanto pedimos respeto por lo que en él se exprese.