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viernes, 17 de junio de 2016

Comentario de D. Santiago a las lecturas del domingo 19 de junio, Duodécimo del Tiempo Odinario

DOMINGO DOCE DE TIEMPO ORDINARIO
Parece como si las lecturas de las semanas anteriores nos hubiesen ido preparando para la lectura de hoy. Porque Jesús se ha ido revelando a través de signos que manifestaban el Reino de Dios entre nosotros, para poner a sus discípulos ante la situación de confesarlo a Él, de decir quien es, a quién siguen y lo hace con una pregunta directa. Y cuando lo confiesan el les habla directamente de su pasión, del sufrimiento para llegar a la Pascua.
La salvación que nos ofrece ha de ser perfecta. Dios no se conforma con lo imperfecto, con lo deforme. Y para eso no se ha ahorrado su propio sufrimiento.
Acepta la pasión de su Hijo, el abandono de los suyos, su cruenta muerte, su sepultura. Pero todo tomó sentido con la sonrisa del universo, en la mañana de Pascua.
Los discípulos quedaron desconcertados. Ellos que esperaban la gloria cuando el Señor restableciese el imperio de David, fuertes poderosos. Y él les dice que para acompañarlo es preciso tomar la cruz y seguirlo.
Sin embargo lo comprendieron. Vieron que este mundo deforme no debía seguir así. Lucharon para que el mundo salido de las manos de Dios, se volviese a instaurar. No podía tolerar que el mundo se siguiese deformando. Y vieron, también, que la persona y la palabra de Cristo era el único instrumento válido para conseguirlo. Y en ello gastaron sus vidas, derramando su sangre para que fuese semilla de vida y perfección.
Tampoco nosotros nos podemos acostumbrar a lo deforme y tenemos que trabajar para eliminarlo, para que todas las deformidades desaparezcan.
La deformidad del hambre y el sufrimiento, provocada por nuestro egoísmo, que siempre hace sufrir a los más débiles.
La deformidad de tantas almas vacías, que se intentan llenar con placeres momentáneos y que las va sumiendo en un abismo sin retorno.
La deformidad de una sociedad que intenta arrancar a Dios y a Cristo de sus raíces sin darse cuenta que está cayendo en la idolatría a unos dioses que la esclavizan y desfiguran hasta el nivel de no reconocerse a sí misma.
Tomar la cruz y seguir a Cristo, es ir perfeccionando este mundo, es ir abriéndole puertas de esperanza, facilitándole un futuro, un horizonte luminoso donde todos podamos llegar a una fraternidad real.
Cristo con su Cruz y con su Pascua nos da la única posibilidad para poder recuperar aquella imagen perfecta y maravillosa que teníamos al salir de las manos de Dios. El único alfarero en el que no caben las imperfecciones, porque el barro con que nos hizo fue su amor y su espíritu.
PD. Asistí a un debate sobre el aborto que fue acaloradísimo. Al terminar salimos juntos uno de los que defendían el aborto y yo. Nos cruzamos con una pareja que llevaba una niña en una silla de ruedas con un síndrome de Down altísimo. El me dijo cómo podía yo defender esas deformidades. Le dije que de donde sacaba él que esa niña no fuera mil veces más perfecta que nosotros. So pena que para él sólo sea lo estético lo que vale. Entonces se quedaría sin nada cuando el tiempo le arranque la belleza. Pero cuando lo que se mira es el corazón, la belleza permanece siempre. Y esos niños tiene el corazón más hermoso imaginable.

Santiago Rodrigo Ruiz

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